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¿Qué esperar del 2019 en América Latina? Una guía práctica de los procesos más relevantes. Vol. 1

Durante el año 2018 gran parte de la atención estuvo puesta en las elecciones de los dos países más grandes de América Latina. Tanto en Brasil como en México predominó la especulación y luego la sorpresa tras conocer los resultados que dieron como presidentes a Jair Bolsonaro en Brasil, y antes Andrés Manuel López Obrador en México. Fue un 2018 afectado por un éxodo masivo de venezolanos a diferentes países del continente, como consecuencia de una de las peores crisis económicas que ha atravesado ese país. También vimos la explosión de la violencia en Centroamérica, e innumerables casos de corrupción que se continuaron destapando a lo largo de todo el continente.


¿Qué sucederá este año? Es imposible adivinar cómo gobernaran los nuevos presidentes, o si habrá alguna salida ante la crisis en Venezuela. Pero si podemos observar ciertas tendencias y anticiparnos a posibles escenarios. En este artículo se presentan algunas áreas en las cuales debemos poner especial atención.


1. Bolsonaro y López Obrador a prueba.

Tras el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil se escribieron páginas en todo el mundo y en muchos idiomas intentado explicar (o entender) por qué los brasileros prefirieron un candidato tan conservador y controversial. Fue sorpresivo, pero absolutamente comprensible. Pronto la opinión pública fue sintetizando la explicación de este fenómeno en factores como la inseguridad y la corrupción de los gobiernos anteriores y especialmente del Partido de los Trabajadores (PT) que se prolongó por demasiado tiempo en el poder. Se habló del “voto de castigo”, es decir, los votantes de Bolsonaro no necesariamente adhieren a todo lo que propuso como candidato, pero lo prefieren para que rompa con la inercia en temas tan cotidianos como la violencia y tan fastidiosos como la corrupción. Había que darles una lección a “los políticos”, desordenar el establishment. Para eso se necesita alguien que se presente como ajeno a todo eso (al menos en apariencia). Bolsonaro, además de encajar de forma natural en ese perfil, se prestó deliberadamente para realizar esa performance.


Apenas obtuvo el poder Bolsonaro bajó el tono “antipolíticos” que tuvo en campaña, pero reafirmando su agenda conservadora pidió a los congresistas que lo ayuden a "restaurar y levantar la patria, liberándola del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad ideológica y la sumisión ideológica"[1].


¿A qué debemos poner atención este año en Brasil? Por una parte, debemos evaluar lo que el propio Bolsonaro prometió y, sobre todo, cómo lo hará. ¿De qué forma puede combatir la inseguridad y la corrupción de la política brasilera? Ahora Bolsonaro tendrá que responder a las expectativas que él mismo generó. Por otro lado, hay variables que no dependen de Brasil ni de su presidente, como os vaivenes económicos de este año. El gobierno tiene una línea liberal definida en esta materia, pero en la economía nunca hay recetas seguras y la capacidad de reacción suele ser tan importante como la planificación. También será interesante observar el rol de Brasil en el mundo, la región latinoamericana o sudamericana. Para eso podemos comenzar analizando sus relaciones diplomáticas.


El otro gobierno que también veremos en plenitud este 2019 es el de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien también genera mucha incertidumbre. Entre otras cosas porque como presidente electo ya modificó algunos de sus compromisos, como por ejemplo la propuesta de retirar a los militares de realizar labores de policía. En otros casos, ha tomado decisiones controversiales para los mercados financieros, como ocurrió con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y la intención de regular el cobro de comisiones bancarias.


Pese a todo, AMLO inicia su gobierno con una aprobación del 66% según una encuesta del diario El Financiero[2], además cuentan con mayoría parlamentaria, lo siempre facilita las cosas. Según BBC el 45% de los mexicanos cree que AMLO dará resultados antes de un año[3]. Por lo tanto, a finales de 2019 sería un tiempo prudente para hacer evaluaciones.

Algunos desafíos de México se parecen a los de Brasil, como por ejemplo la inseguridad, la corrupción y el empleo. Pero también AMLO tendrá que abocarse con mucha inteligencia en asuntos como la crisis migratoria en la frontera con Estados Unidos, y de paso, fortalecer las relaciones con ese país.



1.1. Seguridad y corrupción: lo más crítico.

En menos de un mes de gobierno es muy pronto para hacer evaluaciones, pero aun así Jair Bolsonaro ya tomó medidas en la lucha contra el crimen. En una de sus primeras medidas, solicitó a todos los poderes del Estado que aprueben inmediatamente un proyecto de ley de "seguridad jurídica" para la Policía, lo que implica que estos no puedan ser juzgados por hechos ocurridos mientras están de servicio[4]. Bolsonaro prometió durante la campaña adoptar el llamado 'excluyente de ilicitud' para operaciones de seguridad pública en la lucha contra crimen. Por ejemplo, la policía podría usar la fuerza letal sin temor a consecuencias judiciales.


Como consecuencia el Estado de Ceara ha detenido a 45 personas vinculadas a ataques producidos en diferentes ciudades de ese Estado, y el ministro de Justicia, Sergio Moro, ha anunciado que desplegará al Ejército en la zona para tomar el control de la misma. Lo más probable es que veamos más acciones como esta en próximos meses.

La violencia de Brasil es una de las más complejas de abordar, con números realmente preocupantes. Por eso es que el recurso del Ejército para la lucha contra el crimen es una que puede ser útil tanto por el ejercicio legítimo de la fuerza como por su capacidad disuasiva en los criminales, pero por sí solo este recurso no podrá detener la inseguridad.


El problema es demasiado grave. Según los datos del 2016, la tasa de homicidios de Brasil es de 29,5 por cada 100 mil habitantes. A modo de comparación, en México nunca se han superado los 23 homicidios por cada 100 mil habitantes y en Estados Unidos la tasa es de 5,4 homicidios por cada 100 mil personas[5].


La tesis de Bolsonaro es que esto sucede porque los criminales están armados y la gente común no lo está. La ley actual es muy restrictiva e impide a los ciudadanos armarse para defenderse. Hoy menos del 1% de brasileros tienen licencia para poseer armas, pero el interés de la población por armarse ha ido aumentando. En 2004 se concedieron 3.029 licencias y en 2017, 33.031. En 2005, el 64% de los brasileños votaron en referéndum en contra de una propuesta de prohibir la posesión de todo tipo de armas[6]. Jair Bolsonaro ha olfateado este fenómeno y prometió flexibilizar las condiciones para adquirir y utilizar armas, esperando que con esto disminuya la violencia.


El recurso del Ejército por un lado y la flexibilización para adquirir armas por el otro, demuestran nítidamente la filosofía “autoritaria y liberal” de Jair Bolsonaro, que tendrá que demostrar que su tesis es correcta. En este sentido, no podemos esperar que haga de Brasil un país más seguro en su primer año de ejercicio, pero sí podemos hacer seguimiento al avance de sus reformas.


En cuanto a la corrupción, lo único que se puede destacar hasta ahora es la designación de Sergio Moro para la cartera de Justicia. Esto es relevante porque se trata del exjuez que estaba a cargo de la investigación Lava Jato, la mayor investigación sobre corrupción llevada a cabo en la historia de Brasil. Cabe recordar que este hombre es el responsable de que Lula Da Silva se viera impedido de postularse como candidato y además ordenó su detención.


Esta designación podemos entenderla como una muestra del compromiso que tiene Bolsonaro en la lucha anticorrupción, pero también puede ser una forma de estrechar relaciones de confianza con él, al hacerlo parte de su gobierno como Ministro de Justicia. Por ahora sólo podemos estar atentos, y ver qué tan eficaz será Bolsonaro en su lucha contra la corrupción, sin caer en las mismas prácticas de sus predecesores. Sergio Moro será una figura muy importante para monitorear aquello.


Por su parte, en México, el narcotráfico y el crimen organizado también han convertido a este país en uno de los más violentos del mundo. Según algunos el 2018 se podría considerar el año más violento en las dos últimas décadas, con una estimación total de 28 mil asesinatos. Ante esto, el 14 de noviembre del año pasado, AMLO dio a conocer el Plan Nacional de Paz y Seguridad, que incluye la creación de una Guardia Nacional conformada por fuerzas de la policía y el Ejército, que operarían bajo las órdenes de la Secretaría de Defensa Nacional.


El problema es que AMLO, al calor de la campaña se comprometió a obtener resultados rápidos, de modo que estas medidas tendrían que surtir efectos muy pronto. Esta ingenuidad de AMLO es precisamente la que genera desconfianza en su capacidad para enfrentar todos los desafíos importantes, y en este caso, es difícil pensar que el índice de homicidios descienda apenas en el primer trimestre del año.


En el caso de la corrupción, AMLO ya ha tomado medidas (a diferencia de Jair Bolsonaro) y prometió que será tipificada como delito grave y sin libertad bajo fianza. Además, ha propuesto un gobierno de austeridad y por eso canceló las pensiones a los expresidentes y se subastará el avión presidencial a partir de hoy. También redujo su sueldo como presidente de México un 40%, por lo que ganaría 5.300 dólares al mes.


Sin embargo, la lucha contra la corrupción no parece una tarea fácil con un Poder Judicial muy debilitado y que es clave en la investigación de la corrupción. Requiere necesariamente una reforma de la Justicia.


En síntesis, en materia de seguridad Bolosnaro debe, ampliar el margen de acción del Ejercito sin que esto implique consecuencias judiciales para ellos, y paralelamente, flexibilizar la adquisición de armas para los ciudadanos brasileros. Debemos estar atentos a su capacidad de impulsar estos proyectos en su primer año. En cuanto a la corrupción, hasta ahora ha sido un recurso retórico, y pronto tendrá que proponer medidas concretas.


Por su parte AMLO prometió resultados más rápidos y la expectativa es que los tenga al cabo de su primer año. No pretende utilizar directamente el Ejercito, pero sí indirectamente mediante la creación y funcionamiento de la Guardia Nacional, la cual tendrá que establecer muy caramente sus atribuciones y limitaciones. Para combatir la corrupción la estrategia parece ser el endurecimiento del delito y la austeridad como mandatario. Este año ya deberíamos conocer más detalles sobre sus atribuciones y limitaciones para combatir la violencia.


1.2. Crecimiento y empleo.

Ambos países son economías claves en la región. La de Brasil viene creciendo lentamente en los dos últimos años después de haber registrado en 2015 y 2016 la mayor recesión de su historia. Pero el nuevo gobierno pretende acelerar esta recuperación estimulando el crecimiento económico y disminuyendo el desempleo, mediante una política de reducción del tamaño del Estado, ajustes en el presupuesto, favoreciendo las privatizaciones, flexibilizando las trabas burocráticas y liberalizando el comercio.


A finales del 2018 los analistas del mercado, a los que consulta semanalmente el Banco Central de Brasil para elaborar el informe Focus, pronosticaban que el PIB pasaría de un 2,50% a 2,53%. En el caso de la producción industrial, se espera que crezca 3,02% en 2019. En el frente cambiario, que está muy condicionado por lo que ocurra en los mercados globales, se proyecta que el dólar se cotice a 3,80 reales en diciembre de 2019, lo cual es bueno para la inversión extranjera. El 2018 se recibieron 75.000 millones de dólares de inversionistas extranjeros, mientras que para el 2019 serían 79.500 millones a proyectos productivos en Brasil[7].


Pero el principal desafío de Brasil en el ámbito económico será reducir el desempleo, que hasta noviembre fue alrededor del 12% de la población económicamente activa, lo que equivale a más de 12 millones de personas.

Durante este primer mes Bolsonaro ya ha tomado algunas decisiones importantes. Despidió a 300 empleados públicos contratados cuya militancia no es el Estado sino del PT. Ha transferido al Ministerio de Agricultura la atribución de identificar, delimitar y demarcar las tierras indígenas. Tal como señaló en la investidura: “Este es el comienzo de la liberación de Brasil del socialismo, la corrección política y de un Estado inflado”. De modo que se espera un rápido cambio en el tamaño del Estado y reducción de impuestos.


Mientras tanto, el nuevo presidente mexicano asume con un Congreso a su favor en ambas cámaras, por lo que no debería tener problemas de gobernabilidad política, pero de poco servirá esa mayoría si no es capaz de dar tranquilidad a los inversionistas y a las empresas.


AMLO prometió mantener equilibrios macroeconómicos y respetar la autonomía del Banco de México, lo que tranquilizó relativamente a los inversionistas a finales del 2018. Pero sus decisiones cambiantes como la de cancelar la construcción de un nuevo aeropuerto para la capital, trajo reacciones desfavorables en los mercados. La Bolsa mexicana se desplomó 4,2% mientras que el peso cayó más de 3%. Por otro lado, el FMI recortó la proyección de crecimiento para la economía de México en 2019, de 3% a 2,7%[8].


Esto se debe a varias cosas. Por una parte, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido que fundó AMLO, presentó mediante sus representantes en el Senado una propuesta para cambiar las leyes que regulan la minería. En pocas horas la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) bajó. Luego el Partido del Trabajo (aliado de Morena) propusiera que el gobierno administre las pensiones de los trabajadores. En los gobiernos anteriores ese dinero se encontraba en Administradoras de Fondos para el Retiro, de capital privado. En resumen, para contrarrestar estos efectos el presidente necesita enviar señales que tranquilicen a los mercados financieros.

Lo primero que debería hacer este gobierno es mantener una buena estabilidad financiera, y para eso requiere una gestión conservadora en el presupuesto y gasto fiscal del 2019. En este momento no puede parecer un líder populista de gastos excesivos para crear dependencia del Estado en demasiados ámbitos de la economía. Programas y propuestas austeras que no causen un déficit fiscal.


Esta disciplina financiera es más importante para AMLO que para Jair Bolsonaro, porque el presente de Brasil carga con menos sospechas de despilfarro que el presidente mexicano. Es probable que el mundo financiero aguante más tiempo a Bolsonaro y sus eventuales proyectos costosos, antes de que las especulaciones se vuelvan desfavorables para Brasil. AMLO, en cambio, no tiene esta cuenta de ahorro de confianza en el sector financiero, mucho menos si su gestión estará determinada por “referendos populares” (como ocurrió con el aeropuerto NAIM), siempre impredecibles y carentes de certeza. De manera que el mandatario de México debe hacer estos gestos iniciales si quiere en el mediano plazo ejecutar medidas más genuinas de su programa.


1.3. Diplomacia y asuntos internacionales

A una de las cosas que debemos ponerle atención este 2019 es a la relación diplomática que tendrá Jair Bolsonaro con América Latina y el mundo. Suele pensarse que los gobiernos conservadores o “anti globalistas” tienen relaciones complejas con la diplomacia en general, pero siempre encuentran aliados.


El ministro israelí Benjamin Netanyahu puede ser relevante en este aspecto. Ambos mandatarios ya se habían reunido en Río de Janeiro antes de la investidura, en la que Bolsonaro reconfirmó que trasladará la embajada a Jerusalén. Este gesto no pasará desapercibido y los países árabes podrían reaccionar. Otro mandatario que se muestra cercano a Brasil es el húngaro Viktor Orbán, el único europeo que asistió al evento en que Bolsonaro asumió el poder, aparte de la presidenta del congreso español Ana Pastor, quien asistió en un rol de bajo perfil.


Sin embargo, son más los lazos rotos, pues el propio equipo de Bolsonaro revocó las invitaciones que el gobierno anterior había enviado a el cubano Miguel Díaz Canel y Nicolás Maduro. Tampoco estuvieron todos los países africanos y en vías de desarrollo, con los cuales Lula y Rousseff tuvieron importantes relaciones exteriores.


Es probable que este gobierno de Brasil no requiera de grandes redes diplomáticas, más allá de lo estrictamente económico, podría desentenderse de la política exterior y centrarse únicamente en asuntos interno, pero también es posible que aproveche el escenario actual de América Latina, mayoritariamente de derecha, para articular alianzas a su medida y con principios muy distintos a los que la región está acostumbrada.


México tiene problemas más graves en este ítem. Desde mediado de noviembre, más de 8 mil migrantes de Honduras, Guatemala y El Salvador se encuentran en Tijuana buscando asilo en Estados Unidos. Mientras tanto Donald Trump amenazó con cerrar permanentemente la frontera sur de Estados Unidos en caso de que México no deporte a los migrantes.


Ante esta situación, AMLO ha señalado que una posible solución sea que Trump acepte el plan que le propuso para generar desarrollo en México y Centroamérica. Planteó un programa de desarrollo para impulsar actividades productivas y crear empleos que puedan absorber a los inmigrantes. Además, pretende crear una visa de trabajo para los centroamericanos que busquen mejores condiciones de vida fuera de sus lugares de origen. AMLO ofreció emplear a los centroamericanos en algunas obras públicas, como la construcción del Tren Maya en el sureste del país, pero muchos migrantes insisten en cruzar la frontera para asilarse en territorio estadounidense.


Algunos medios Estados Unidos, como The Washington Post, dicen que existe un acuerdo entre la Casa Blanca y el equipo de AMLO para que los migrantes permanezcan en México mientras se determina su asilo. Pero la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, negó la existencia de dicho plan[9].


Sea cual sea el caso, México necesita estrechar lazos con Estados Unidos, y tal parece que AMLO lo entiende así, ya que ha dado señales de buena disposición para mejorar las relaciones, pero “para bailar tango se necesitan dos”, y tal vez la buena disposición que México ha mostrado hasta ahora no sea suficiente.


2. El futuro del socialismo en Cuba y Venezuela.

Tanto Cuba como Venezuela atraviesan momentos cruciales para sus respectivas revoluciones, aunque parecen caminar por caminos distintos y las expectativas que se esperan de cada una son completamente opuestas.


En el caso de Cuba, recordemos que el año pasado Raúl Castro le entregó la presidencia a Miguel Díaz-Canel, y además se inició un proceso de reforma a la Constitución de 1972.


Cuba se ha abierto gradualmente al comercio internacional a través del turismo y la inversión de pequeñas empresas privadas, y para favorecer ese proceso la Constitución necesita ciertas adecuaciones. Por eso el nuevo texto constitucional, que va a referendo el 24 de febrero, introduce el derecho a la propiedad privada, una mayor apertura económica y también busca una otorgar mayor apertura en temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el cual se permitiría de aprobarse la reforma. Otras primicias importantes son la limitación del cargo presidencial a un máximo de 10 años, la separación del cargo presidencial del cargo de presidente del Consejo de Estado y la introducción del cargo de primer ministro.


Aun así, hay quienes no ven ninguna reforma política profunda ni el fortalecimiento de los derechos políticos y civiles para la población cubana. El artículo 3 establece claramente que el socialismo seguirá siendo obligatorio e irreversible como sistema político. También concede a los ciudadanos el derecho a luchar por todos los medios contra cualquier intento de derrocar el orden político, económico y social existente. Sostiene que las ideas políticas y sociales de Marx, Engels y Lenin sirven como directrices ideológicas y que el socialismo y el Partido Comunista son pilares fundamentales del orden político, económico y social. El artículo 5 del diseño de constitución confirma que el poder político se concentra únicamente en el Partido Comunista como líder único sobre el Estado y la sociedad[10].


En cuanto a la economía, en los artículos 26 y 27 se establece que esta se basa en principios socialistas, que la planificación socialista y las empresas estatales son el fundamento de la economía cubana. El artículo 22 menciona la propiedad privada como una forma complementaria de la economía, pero en el penúltimo párrafo advierte que el Estado regula y controla el modo en que contribuyen al desarrollo económico y social[11].

Los derechos individuales en el capítulo II, título IV, habla sobre el derecho a un juicio justo, la protección contra la detención arbitraria y la invasión a la esfera privada (integridad del hogar, secreto de la correspondencia), la protección contra la confiscación arbitraria de bienes y la libertad de viajar, de expresión y de reunión, están formalmente garantizados, pero pueden restringirse en cualquier momento por razones de orden público y por decisión de las autoridades responsables.


En resumen, en el proyecto Cuba sigue siendo un Estado de un solo partido y los opositores pueden ser combatidos con todos los medios disponibles. La apertura económica es parcial y restringida, así como la concesión de derechos individuales.


De este modo el socialismo en Cuba está asegurado y sea cual sea el resultado del referéndum, el gobierno no tiene nada que perder. De aprobarse esta reforma Cuba se legitimará ante la ciudadanía y buena parte de la comunidad internacional, aprovechando de consolidar las bases del sistema político y económico. Si el proyecto es rechazado, significa que la población adhiere a los principios del comunismo tradicional, abalando la prohibición de la propiedad privada y la concentración del poder político en el presidente, lo cual difícilmente será visto como una “derrota” para el gobierno de Miguel Diaz-Canel.


Venezuela está en una situación mucho más incómoda, específicamente Nicolás Maduro. Desde que la Asamblea Nacional decidió el 2016 desconocer la autoridad y los actos del poder ejecutivo y, en cambio, delegó en la junta directiva del Parlamento la responsabilidad de liderar un proceso de consulta y organización de la sociedad para defender la Constitución, la democracia y el voto; la legitimidad del presidente es cada vez más baja.

Desde octubre del 2016 la Asamblea Nacional considera que Maduro quebrantó el orden institucional mediante un golpe de Estado, y transcurrido poco tiempo, reafirmó este compromiso de organización de la sociedad “en virtud de los preceptos constitucionales, en especial el artículo 333 de la Constitución, a la defensa activa, constante y valiente de la Constitución, de la democracia y el estado de derecho, hasta lograr la restitución del Orden Constitucional”[12].


Insistieron sobre el mismo punto el 2 de mayo de 2017, donde la Asamblea Nacional instó a los venezolanos a asumir el artículo 333 de la Constitución, y rechazar la convocatoria a la asamblea constituyente que propuso Maduro. El año pasado, la Asamblea Nacional, tras desconocer las elecciones presidenciales de mayo, hizo un llamado a la unidad de los actores sociales y políticos de Venezuela para restablecer el Estado de Derecho y la democracia constitucional.


La Asamblea Nacional ha sido sistemática en este objetivo en los tres últimos años, acudiendo siempre al artículo 333 como el fundamento constitucional. El 5 de enero del presente año, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, nuevamente recordó la importancia de la sociedad civil para llevar acabo el proceso de cambio para Venezuela, al señalar que debe ser el resultado de la exigencia del pueblo, de la comunidad internacional, del apoyo político y de la Fuerza Armada Nacional.


Ahora, tras haberse proclamado como “presidente encargado” de la república el pasado 23 de enero, sus palabras toman más sentido que nunca, pues el rol constitucional que le corresponde asumir no puede ser efectivo con el solo hecho de “autoproclamarse” presidente, ni tan solo siendo fiel a las normas constitucionales. Para ejecutar un gobierno de transición, necesita el respaldo de la sociedad civil organizada, la comunidad internacional y las Fuerzas Armadas, y el problema está justamente en lo último.


La comunidad internacional ha respondido mayoritariamente en favor del reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, salvo excepciones esperables como Cuba, China, Rusia, entre otros. La sociedad civil organizada también ya se había expresado a través de los cabildos abiertos, que eventualmente son funcionales a los objetivos de la Asamblea Nacional.


Sin embargo, es difícil calcular si el apoyo popular hacia Guaidó es superior al de Maduro, más allá de meras percepciones sin respaldo cuantitativo. Y lo más complejo de todo, es que las Fuerzas Armadas se han mantenido leales a Maduro, lo que en la práctica significa que él tiene el poder real. Sin tener al menos una parte del Ejercito, será imposible iniciar una transición. Tal como reconocía Juan Guaidó el 5 de enero, antes de proclamarse presidente, es necesaria una voluntad integral de todos los actores, y falta el más importante para efectuar el poder.


El régimen de Maduro puede mantenerse en pie después de esta crisis, sobre todo si las Fuerzas armadas continúan con él (como parece que sucederá), pero inevitablemente saldrá debilitado. Incluso manteniéndose en el poder, ya se ha sembrado la semilla de una oposición más organizada y aparentemente menos inocente que la encabezada por Hernique Capriles en la elección del 2013.


El apoyo económico internacional de China y Rusia, que es de lo que depende Venezuela en este momento, eventualmente podría cambiar si calculan que la imagen de Maduro puede ser reemplazada por la de otra figura más carismática que permita descomprimir el ambiente, y al mismo tiempo, mantener este país de su lado. Incluso un militar podría cumplir dicha función.


Tampoco se ven salidas para resolver rápidamente la crisis económica que sufre el país (aparte de seguir acumulando favores con China), con lo cual Maduro pueda recuperar su popularidad entre los venezolanos y que la presión desde la oposición encuentre menos adhesión ciudadana.


Sin duda el escenario en Caracas es mucho más dramático que en La Habana, pues en la isla el socialismo está entre dos opciones posibles que reafirman los principios fundamentales, y pase lo que pase permiten legitimar al gobierno de Miguel Diaz-Canel. Mientras que en Venezuela existe una incertidumbre abrumadora que dificulta analizar posibles escenarios, pero que de momento sólo muestran dificultades para Maduro y pequeños avances para la oposición (y tal vez no tan pequeños).









*Felipe Garrido Muñoz. Magister en Relaciones Internacionales. Especialista en Política Exterior, Problemas Globales del siglo XXI y Ciudadanía. Diseño y logística de campañas electorales universitarias, así como ejercicio de cargos de representación. Jefe de Análisis Internacional en Olympo Consultores Internacionales; olympoconsultores@gmail.com / felipegarridom91@gmail.com

[1] Royo, J. (1 de enero del 2019) Jair Bolsonaro asume la Presidencia de Brasil y llama a liberar al país "de la corrupción y del yugo ideológico". El Mundo. Recuperado de: https://www.elmundo.es/internacional/2019/01/01/5c2b9880fdddff716e8b46ec.html.

[2] Moreno, A. (26 de noviembre del 2018) AMLO llega con 66% de respaldo; EPN se va con 26%. El Financiero. Recuperado de: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/pena-se-va-con-26-de-aceptacion-amlo-llega-con-66.

[3] Nájar, A. (1 de enero del 2019) Toma de protesta de AMLO: los 3 principales desafíos que tendrá el nuevo presidente de México en los primeros 100 días de su gobierno. BBC Mundo. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46408462

[4] Jair Bolsonaro pide la aprobación urgente de una ley que prohíba juzgar a policías por hechos en servicio. (4 de enero del 2019) Clarín Mundo. Recuperado de: https://www.clarin.com/mundo/brasil-jair-bolsonaro-pide-aprobacion-urgente-ley-prohiba-juzgar-policias-hechos-servicio_0_2ZQnnEAPb.html

[5] Rodríguez, J. C. (8 de enero del 2019). Las primeras medidas de Jair Bolsonaro. Actuall. Recuperado de: https://www.actuall.com/criterio/democracia/las-primeras-medidas-de-jair-bolsonaro/

[6] Ídem.

[7] Banco Central do Brasil. (22 de enero 2019). Recuperado de: https://www.bcb.gov.br/

[8] Cifuentes, C. (1 de diciembre 2018). Cinco desafíos clave del gobierno de López Obrador. La Tercera. Recuperado de: https://www.latercera.com/mundo/noticia/cinco-desafios-clave-del-gobierno-lopez-obrador/425849/

[9] Nájar, A. óp. cit.

[10] Art. 5. (Título I. Fundamentos Políticos). Constitución de la República de Cuba, p. 2. Recuperado de: http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2019/01/Constitucion-Cuba-2019.pdf.

[11] Art. 22, 26 y 27 (Título II. Fundamentos Económicos). Constitución de la República de Cuba, pp. 3-4.

[12] Asamblea Nacional (octubre del 2016). Acuerdo para la restitución del orden constitucional en Venezuela, p. 3. Recuperado de: http://www.asambleanacional.gob.ve/documentos_archivos/acuerdo-para-la-restitucion-del-orden-constitucional-en-venezuela-15.pdf.

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